Ese momento cuando tu compañero de trabajo te entrega un borrador mediocre. ¿Qué haces? Le das retroalimentación. Señalas los puntos fuertes, sugieres mejoras, preguntas sobre su razonamiento. No descartas el documento entero ni piensas "esta persona es inútil para esta tarea".
Pero cuando la IA nos da un resultado mediocre, la mayoría la descarta o acepta pasivamente lo que ofrece. "Bueno, supongo que la IA no sirve para esto."
La diferencia entre quienes obtienen resultados extraordinarios con IA y quienes apenas rascan la superficie no está en prompts sofisticados o modelos avanzados. Está en algo fundamental: unos consideran a la IA una herramienta; otros, un compañero de equipo.
Una herramienta no mejora por sí sola. Un martillo seguirá siendo un martillo independientemente de cuánto lo uses.
Un compañero de equipo evoluciona con tu retroalimentación. Aprende de tus correcciones. Te sorprende con ideas que no habías considerado.
La verdadera revolución no es técnica sino conceptual. No se trata de qué botones presionar, sino de cómo encuadramos nuestra interacción con estas tecnologías.
Los mejores colaboradores humanos no son simplemente ejecutores de órdenes sino amplificadores de pensamiento. ¿Por qué esperar menos de nuestra IA?
La próxima vez, en lugar de preguntar "¿cómo uso la IA para esto?", prueba con "¿cómo colaboramos en esto?".
La diferencia puede parecer semántica, pero cambia todo lo que sigue.