El torneo más tradicional del tenis quebró una tradición centenaria. Por primera vez en su historia, Wimbledon eliminó a sus característicos jueces de línea para usar inteligencia artificial que determina si la pelota está dentro o fuera de la cancha.
La tecnología Hawk-Eye utiliza hasta 18 cámaras e IA para rastrear la pelota con precisión de tres milímetros. Los cuestionamientos de los jugadores no van dirigidos a la precisión de las decisiones, sino a aspectos más humanos: Yuan Yue se quejó de que el volumen es muy bajo para escuchar las llamadas, mientras que tanto Fognini como Alcaraz señalaron la falta de teatralidad. Una ex-jueza comentó que "la voz suena como si no estuviera segura".
El cambio refleja la tensión entre precisión técnica y experiencia humana en el deporte. Mientras la IA puede ser más precisa, los jugadores extrañan el drama y la presencia humana que tradicionalmente acompañaba cada llamada. La pregunta permanece: ¿es suficiente la precisión técnica o también importa cómo se comunica?