Mientras haces scroll en LinkedIn, lo ves. "Disponible para trabajar" se multiplica como hongos después de la lluvia. Y justo debajo, algo más poderoso: amigos que escriben sobre ellos, que cuentan sus historias, que abren puertas con sus palabras.
El algoritmo puede mostrarte perfiles. Pero no puede fabricar confianza.
Estamos obsesionados con la inteligencia artificial, pero hemos olvidado algo más valioso: la Inteligencia Artesanal. Esa que se construye conversación por conversación, proyecto por proyecto, momento por momento.
La IA puede procesar millones de datos en segundos. Nosotros podemos recordar cómo te quedaste hasta tarde para cumplir una promesa. La IA puede generar recomendaciones perfectas. Nosotros podemos apostar nuestra reputación por la tuya.
Audaz, porque arriesga algo real por alguien real.
Auténtica, porque no viene con filtros corporativos ni scripts optimizados.
Afectiva, porque crea vínculos que van más allá de la transacción.
Abismal, porque va más profundo que cualquier base de datos.
Asombrosa, porque transforma extraños en aliados.
Mientras la tecnología se vuelve más sofisticada, las conexiones humanas se vuelven más raras. Y por eso, más valiosas.
El próximo trabajo no llega por el CV perfecto. Llega porque alguien piensa en ti cuando surge la oportunidad. Porque construiste algo que ningún algoritmo puede replicar: una red de personas que conocen tu trabajo, confían en tu palabra y quieren verte triunfar.
La pregunta no es si la IA nos reemplazará.
La pregunta es: ¿estás construyendo conexiones que ninguna máquina puede duplicar?