Lo que se vuelve paisaje, tiene más valor del que vemos

Código Humano Fuente original

Ayer decidí experimentar. En lugar de mis cientos de slides habituales, llegué con cinco puntos escritos en un cuaderno. Una hora de charla sin presentación. Solo conversación.

Y en esa conversación descubrí algo que había estado ahí todo el tiempo.

Empecé hablando de trabajo remoto y me escuché mencionar proyectos con gente de Escocia, Yugoslavia, Ucrania, Alemania, España, México, Argentina, República Dominicana, Estados Unidos, Cuba, Ecuador, Francia, Italia.

Tres décadas de historias que se habían vuelto paisaje.

Porque eso es lo que hacemos con la experiencia. La normalizamos.

La convertimos en rutina.

Dejamos que se desvanezca en el fondo hasta que alguien nos pregunta cómo lo hicimos.

Y entonces recordamos.

Recordamos que aprender a leer los silencios en una videollamada con alguien de otra cultura no es normal.

Que saber cuándo un "sí" significa "tal vez" y cuándo significa "por supuesto" requiere años de tropiezos.

Que la confianza remota no se construye con herramientas.

Se construye levantándote bañado y con café a las 3 AM en Colombia porque tu equipo de transformación digital en Alemania solo podía a sus 10 AM. Reunión tras reunión, hasta que te ganaste sus ganas de trabajar juntos y los horarios se fueron moviendo.

Se construye entendiendo que cuando tu colega en Kiev dice "no hay problema" con su estilo directo y de baja contextualidad, necesitas escuchar lo que no está diciendo.

Que cuando tu cliente en Barcelona te responde con un emoji, puede estar comunicando más que mil palabras, pero es prudente confirmar intención cuando el mensaje sea ambiguo.

Los asistentes salieron hablando de confianza. De comunicación real. De la importancia de leer culturas, no solo mensajes.

Pero yo salí pensando en algo más profundo.

¿Qué más hemos convertido en paisaje?

¿Qué otras habilidades valiosas hemos normalizado hasta hacerlas invisibles?

Porque quizás nuestro mayor valor no está en lo que sabemos que sabemos.

Está en lo que hemos olvidado que aprendimos.

Remote worker

Compartir: