La filosofía no cabe en un hashtag

Código Humano Fuente original

Hace unas semanas, me topé con una publicidad en Instagram: "Domina tu mente como un estoico en 30 días". Al lado, una imagen de Marco Aurelio con gafas de sol. Podría haberme reído si no fuera tan revelador.

La trampa de los hábitos estoicos es seductora. Vemos listas: "5 ejercicios estoicos para tu rutina matutina". Meditación. Duchas frías. Diarios de gratitud. Todo empaquetado para consumo inmediato.

Lo curioso es lo que hacemos con filosofías profundas. Las convertimos en productos.

El estoicismo se ha vuelto el superalimento intelectual del momento. Y como cualquier tendencia de bienestar, ha creado su propio ecosistema comercial: libros bestseller, cursos premium, retiros exclusivos y mercancía inspiracional. Un negocio multimillonario construido sobre fragmentos selectivos de una filosofía de 2,300 años.

Pero la versión que se vende no es estoicismo, es "mindfulness racional funcional" adaptado perfectamente a una sociedad obsesionada con la productividad. Como señala el perfil de Instagram El búho de Minerva: "Lo que se nos ofrece enseña a resistir, pero no a discernir; a soportar, pero no a cuestionar."

El estoicismo real nunca trató de suprimir emociones o aceptar pasivamente circunstancias injustas. El desapego no era una táctica para evitar el sufrimiento, sino una consecuencia del ejercicio de la virtud. La imperturbabilidad no implicaba negación emocional, sino discernimiento entre lo que depende de uno y lo que no.

Lo he vivido personalmente. Durante quince años, he practicado el estoicismo, guiado inicialmente por un mentor que lleva más de cincuenta años en este camino. Mucho antes de que se convirtiera en una tendencia de autoayuda.

Cuando la gente me pregunta por qué nunca parezco estresarme, les comparto mi lema: "Siempre hay otra forma de hacer las cosas". Esta perspectiva, entrelazada con principios estoicos, me permite enfocarme en lo que puedo cambiar o controlar. No se trata de resignación pasiva sino de acción deliberada. No me preocupo; me ocupo.

Esta distinción es crucial. El verdadero estoicismo no consiste en aguantar estoicamente las dificultades como si fueran medallas de honor. Se trata de discernimiento, preparación y virtud activa.

Lo más radical del estoicismo original es que nunca fue diseñado para hacernos sentir mejor. Fue diseñado para hacernos ser mejores. No para evadir la realidad, sino para enfrentarla con claridad y propósito.

Y esa versión del estoicismo rara vez cabe en un post de Instagram.

Marco Aurelio

Compartir: