Mollick nos revela un cambio radical: las IAs ya no solo "piden" imágenes a otro sistema, ahora las crean directamente, token por token. Imaginen controlar con precisión cada elemento visual - incluso garantizar que NO aparezcan elefantes donde no los queremos.
Podemos conversar con estas IAs como lo haríamos con un diseñador. "Más metálico", "menos terroso", "ponlo en manos de una nutria frente a un volcán". Y aunque no son perfectas, representan un salto gigantesco desde los torpes intentos de hace solo dos años.
Mientras el mundo se paralizaba creando imágenes al estilo Studio Ghibli (fenómeno que Mollick menciona pero evita mostrar), muchos encontramos nuestras propias diversiones - yo me hice selfies con Kermit y Cookie Monster. Pero más allá de la diversión, estas herramientas prometen transformar prototipos de diseño, edición fotográfica y visualización de conceptos.
Sin embargo, con gran poder viene gran responsabilidad. ¿Qué pasa con los estilos artísticos ajenos? ¿Con los deepfakes? Lo que ya ocurrió con el texto está ocurriendo con imágenes, y pronto con videos. La pregunta no es si cambiarán nuestra realidad visual, sino si seremos lo suficientemente sabios para guiar ese cambio.