Durante 70 años hemos escrito partituras para que las máquinas las sigan fielmente. Nota por nota, instrucción por instrucción, sin desviaciones.
Hasta ayer.
Lo que Google presentó con A2A no es solo una nueva herramienta. Es como pasar de una orquesta sinfónica dirigida por un humano a un grupo de jazz donde cada músico escucha, responde y crea en tiempo real.
Piénsalo: no estamos programando lo que debe ocurrir. Estamos creando agentes inteligentes que deciden por sí mismos cómo colaborar. No es solo automatización. Es autonomía.
Un desarrollador tradicional diría: "Haz exactamente esto, luego aquello, y si ocurre X, haz Y". Con MCP y A2A estamos diciendo: "Aquí están tus capacidades, y ahí hay otros agentes con sus propias habilidades. Descubran juntos cómo resolver el problema".
Es como la diferencia entre construir una fábrica con cintas transportadoras fijas y crear un equipo de trabajadores inteligentes que reorganizan constantemente su espacio de trabajo según lo que necesitan hacer.
La implicación más profunda no está en lo que estos sistemas pueden hacer hoy, sino en lo que permitirán mañana. Cuando el software puede descubrir, entender y colaborar por sí mismo, hemos cambiado fundamentalmente los límites de lo posible.
Aún hay mucho por explorar en este anuncio de Google, muchos desafíos por resolver. Pero no nos equivoquemos: no estamos presenciando una evolución, sino una transformación. El software ya no ejecuta instrucciones. Ahora improvisa soluciones.
No estamos actualizando el viejo paradigma. Lo estamos abandonando.
¿Estamos listos para un mundo donde delegamos no a programas, sino a inteligencias?
Creada con ChatGPT 4o